El antiguo barrio de Chuchunco –del mapudungun “¿qué se hizo el agua?”- estaba más allá del límite poniente de la ciudad, que era hasta mediados del siglo XIX, el Callejón de García Cáceres, hoy calle Brasil. Conservó hasta 1850 aproximadamente, un aspecto semi rural que fue mutando con la instalación de la Estación Central de Ferrocarriles.
Desde entonces, esta nueva puerta de entrada a la ciudad se colmó de pequeños mercados, circos, fondas y conventillos, imagen que bien retrató Joaquín Edwards Bello en su paradigmática novela “El Roto”, publicada en 1920.
El emplazamiento de la Estación Central representó asimismo una nueva oportunidad de trabajo para muchos afuerinos, además de un impulso urbanizador y modernizador del barrio.
El escritor Francisco Coloane definió certeramente este sector como “un puerto rumoroso de bocinazos, chirridos de rieles y voces de llamado”, caracterizando su espíritu móvil y agitado. A todo ello, se adicionó el ethos de trabajadores ferroviarios, lo que refrendó su cariz obrero y popular.
A continuación se presentan algunos hitos de devoción, trabajo, habitación y esparcimiento, presentes en este valioso circuito patrimonial.